LETRAS PRESTADAS

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"... el libro me provoca/ me arranca confesiones
y yo le escribo notas en los márgenes
es una relación casi incestuosa
nos conocemos tanto que no nos aburrimos
él me describe cielos incendiados
y yo se los extingo con lágrimas marinas..."

("El autor no lo hizo para mí", M. Benedetti)

24 de junio de 2008

Vida (rescate improvisado a pedacitos)


Ando con flojera de tipear y con la mente un poco revuelta, pero bien. Digamos que agradablemente confundida por el invierno, confundida porque me carga el frío, pero resulta que éste, aún siendo un invierno helado, ha sido particularmente bueno conmigo, no entiendo bien porqué pero pucha que me alegra. Repercusiones varias de las confusiones varias: me he confundido de calles, del sentido de las calles, de personas, de lecturas, de sentidos, de respuestas, de recetas, de tanto, tanto. El otro día me tuve que sacar sangre en una clínica y me equivoqué de estacionamiento, de ascensor, de pasillo, de piso y de puerta... llegué a lo que se llama “sala de tránsito” y por la cruz de afuera pensé que era la capilla.... entré... wrong answer, wrong door, era la puerta para los que iban en tránsito a la otra vida, probablemente.... al entenderlo, ya con la mitad del cuerpo adentro, me abstuve de entrar yo-toda pero, a pesar de los letreros que por todos lados decían “solo personal autorizado” y otras indicaciones escritas con prohibiciones varias, no pude evitar vagar un rato por los pasillos contiguos. Vagar y mirar. Mirar y mirar. Mirar en silencio. Pensar un rato en la vida, en el metal, en el acero, en lo frío que estaba todo eso, en lo frío que estaba afuera el día (demasiado para ser un sábado tan lindo en una mañana de invierno tan despejada), pensé en el frío de mis manos y en la sonrisa instalada ahí en mi boca a pesar del frío, a pesar del invierno, a pesar de tanto y a pesar de todo. Bajé otra vez por el ascensor, por uno que decía: para uso exclusivo “del personal”, y bue’ me subo igual, si al final soy “persona” y la “L” bueno, me la agrego en el nombre y listo. Yo misma me autorizo. Subo. En el piso siguiente suben dos “personales” que me miran raro (claro, seguro que mis jeans y zapatillas no calzan con el “uniforme” de un “personal verdadero”) vuelvo entonces a mi teoría de que estoy bien (“persona”+”L”+mi propia autorización = “personaL autorizado”), ahora los miro yo, y les sonrío, me sonríen de vuelta, nadie habla, llegamos al -2. Me bajo, ahora sí pregunto bien cómo llegar al laboratorio, me atiende una niña-linda sentada bajo el letrero de recepción/informaciones que cuelga desde el techo y, mientras sigo sus eternas instrucciones, avanzo por el pasillo de la derecha, doblo en la izquierda, tomo el otro pasillo después de la puerta de vidrio y etc. etc. voy pensando en la aguja que se sumergirá por un rato en mi brazo al final de este trayecto, pienso en la(s) muestra(s) de sangre y pienso en rojo, pienso en líquido y vuelvo a pensar en la vida y, después de mucho rato, cuando llego a casa busco algunos trocitos de vida linda, subrayada en libros, encontrada en muros, recortada en diarios, todo parte de mi constante y confuso orden-desorden que me gusta tanto, eso, me acomodo en la vida que me gusta, la que supongo nos gusta a casi todos.

¿Podría Describir cómo es un día cualquiera suyo?
Trabajo intensamente; el tiempo, siempre, corto. Escribo, dibujo, compongo. Toda mi vida he trabajado hasta altas horas de la noche. Para mí, un día no es nunca un día cualquiera. Cada minuto, con atención, es una sorpresa.

(Entrevista de Patricio Tapia a David Rosenmann-Taub en Artes y Letras del Mercurio, 13 de abril de 2008)


Bob no es Elvis. Bob no es Sinatra. ¿De dónde viene entonces el sexappeal que devora a las mujeres en Dylan? De su cerebro. El cerebro de Bob Dylan es su sexappeal. Eso hipnotiza a las mujeres. Cuando comprendí que yo no iba a medir un metro ochenta y cinco y no iba a ser bello como Clint Eastwood para atraer mujeres, comencé a admirar a Dylan, y su estilo “sexappeal del cerebro”. El sexappeal del cuerpo lo destruye el tiempo. En cambio el sexappeal del cerebro se modifica una y otra vez, hasta el fin de los tiempos y aún así, vuelve a restaurarse infinitamente.
(Benjamín Galemiri, extracto de sus notas apócrifas para “Bob Dylan o el enceguecedor rayo del Tsinsumm”, mismo extracto que se lee en la contratapa de sus Obras Completas, Editorial Uqbar, octubre 2007, un libro que es bueníiiiiiiiiisimo)


- ¿No es una lástima pedir una botella sólo para dos?
- No te preocupes, cuanto más vino dejemos, más serán los empleados del restaurante que podrán probarlo. Del somellier al maitre hasta el último camarero que llena las copas de agua. Y así todos irán conociendo el vino. Dejar vino caro nunca es inútil (...) creo que esto puede aplicarse a todo, al fin y al cabo, lo más útil es lo que hemos aprendido con nuestro propio cuerpo o gastando nuestro dinero. Y no los conocimientos adquiridos en los libros.

(Conversación entre Sumire y Myu, Sputnik Mi Amor, de Haruki Murakami, 1999, en español 2002)

No es el ángulo recto el que me atrae. Ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en la montaña de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las nubes del cielo, en el cuerpo de la mujer amada. De la curva está hecho todo el Universo. El universo curvo de Einstein.
(Oscar Niemeyer, arquitecto brasileño. Expo: Poética de la forma. Texto: muro del Bellas Artes, junio 2008, mismo sábado de la clínica)

Seguiría copiando citas, recortes y notas eternamente pero, como dije al inicio, ando con flojera de tipear. Mejor repaso: rojo, sorpresa, sexappeal, botella para dos, curvas, universo... yo vivo, tu vives, el vive, ella vive, nosotros vivimos, ustedes viven, ellos viven. Hay que detenerse pa-ra-vi-vir-la-vi-da. Stop!