LETRAS PRESTADAS

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"... el libro me provoca/ me arranca confesiones
y yo le escribo notas en los márgenes
es una relación casi incestuosa
nos conocemos tanto que no nos aburrimos
él me describe cielos incendiados
y yo se los extingo con lágrimas marinas..."

("El autor no lo hizo para mí", M. Benedetti)

19 de febrero de 2008

Cuando él vino lloró en el Mapocho

Para un latinoamericano que un día será escritor, las tres cosas más importantes del mundo son: las nubes, escribir y, mientras puede, esconder lo que escribe (...) Traducir puede ser muy fácil, muy difícil o imposible, según te propongas y el tiempo y el hambre que tengas; y uno nace o, si se deja, se va convirtiendo en traductor y enamorándose de la idea de que eso le servirá para su propio oficio de escritor, y sin sentirlo uno puede llegar a no saber si cada frase que logra dejar perfecta es suya o de quién; pero lo que importa es que la frase esté bien fluida y suene en español y por momentos, al poner el punto en cada párrafo y tomar el papel y verlo a cierta altura, uno puede hasta sentirse con gusto Bertrand Rusell o Moliere (...)”

Llorar Orillas del Río Mapocho
Augusto Monterroso

La persona que me enseñó los relatos de Monterroso me conoce hace trece años, somos amigos, buenos amigos, sin embargo jamás imaginó hasta qué punto tengo yo una conexión con el río que atraviesa Santiago, sólo lo supo cuando recibí su regalo. Esta relación con el Río Mapocho es algo que ni siquiera yo alcanzo a comprender bien, tampoco recuerdo cuando comenzó... solo sé que cada semana, forzosamente, al menos por una vez, tengo que recorrer el trayecto entre la Estación y el lugar donde ahora están las grúas del Costanera Center, de noche, en auto, ojalá en silencio y con buena música. El trayecto se siente breve, casi no hay autos, los árboles muestran su lado más oscuro por el contraste con los faroles del forestal y, en esta época, la brisa se siente fresca. Me sé de memoria cada esquina, descubro fácilmente los nuevos rayados en los muros que tocan las aguas, reconozco los fierros que faltan en algunas de sus rejas, incluso con los ojos cerrados. Siento ese espacio abierto (aún siendo infinitamente público y ultra recorrido) como mío, más mío que cualquier otro punto de esta ciudad.

El relato de Monterroso alberga otras coincidencias que tienen que ver conmigo, no sólo por ese título, sino por lo que hace el personaje al llegar a Chile tras su destierro de Bolivia donde era Cónsul de Guatemala: intenta traducir... hace rato que me dan ganas de hacer algo con eso… también me gustó eso de esconder lo que uno escribe.

Augusto Monterroso es autor del cuento más breve en español: “El Dinosaurio”; en 1996 recibió el premio “Juan Rulfo”; años antes ya había adoptado la nacionalidad mexicana. Monterroso se deja leer, es de los que se dejan leer muy, pero muy bien, así que anímese, busque y disfrute.

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